En Isla Margarita, estábamos en un lugar cercano a la playa Parguito. Allá íbamos a diario, pleno Caribe, olas, mate y guitarra. Haciamos artesaní­as para vender en la playa, hicimos rosquillas un par de veces que se vendí­an bien, y cuando quedaban pocas no vendí­amos mas para acompañar los matecitos. Salian buenas y vendimos bien. Aun asi, las artesaní­as, a pesar de la sobreoferta de hippies, eran el principal sustento del grupo.

Viviamos en una habitación alquilada, dentro de una casa grande, tipo pension. Realmente parecí­a la casa de los Locos Adams, todos gritaban todo el tiempo, los nenes, los viejos, etc.

Una señora ya mayor se paseaba unicamente cubierta con una toalla, como a punto de ir a bañarse, o recien salida del baño. No notabamos la diferencia.

Los mas pequeños jugaban un juego muy particular, uno gritaba de un lado, y el otro, de lejos le respondia.

Nene 1: "Marcoooo!"

Nene 2: "Poloooooo!"

Nene 1: "Fumaaaaaa!"

Nene 2: "Piedraaaaa!"

Nene 1: "Rompeeee!"

Nene 2: "Culoooooo!"

En una habitación del fondo, un letrero rezaba: "se hacen trabajos", y por dentro, parecí­a ser una santerí­a.
Nosotros cantábamos y tocábamos la guitarra, pero en un momento nos lo prohibieron:

Un señor: "no se puede escuchar música donde hay un muerto"

Cappe: "Uh, perdón, no sabí­amos que se habí­a muerto alguien, disculpa"

Señor: "¿Acaso no vieron la foto y las velas?"

El señor se refería a una foto de una señora, abuela, que estaba siempre en la casa, y siempre tenia las velas prendidas. Eso nos dio el parámetro. Nunca se puede cantar ni tocar la guitarra en esa casa. De por vida, o por lo menos mientras esté ese portarretrato. Tampoco se puede escuchar música.
En una mesita, había un vaso boca abajo con agua y algo adentro flotando, encima de un plato. "es para ahuyentar los malos espiritus", nos dijeron.

En un momento, gracias a un malentendido entre Douri y el dueño de casa, nos echaron de ahí­. El tipo se puso necio cuando llego Nacho, que elevó a 5 el número de inquilinos, y decí­a no recordar que el trato había sido por 5, pero que uno no habí­a llegado todaví­a.

Fueron varias discusiones de a diario, hasta que por fin nos fuimos por no aguantarlo. Por suerte, la venganza nos salió sin querer, cuando Noe, en un numero futbolí­stico extraordinario, la amaso con la derecha, hizo un amago, y la piso. Pero no era una pelota, era una botella de aceite. El resultado: toda la pared, el piso, y diversos objetos de nuestros equipos, bañados en oleo de soja del mas barato. Esperamos que por lo menos, limpiar o pintar, les cueste lo que no nos devolvieron y ya habí­amos pagado.

Después de eso decidimos ir a acampar a la playa. Habí­a un lugarcito tranquilo, y nos quedamos por 2 noches. Todo salió chévere, y al tercer dí­a nos fuimos, rumbo al terminal del ferri, para tomar un barco a algún lado fuera de la isla.

El douri, sexy, imitando a la señora de la toalla
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Cappe, Nacho y Didi en la playa
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Nacho.

Cappe.

Pensábamos volver a Puerto La Cruz, pero cuando llegamos, el viaje ya habí­a salido, y el próximo se iba a demorar. Entonces, nos cambiamos de terminal, después de conseguir por medio de trueque (un método habitual de comercialización durante los dí­as de artesano) algo para comer, y nos fuimos a Cumaná, una ciudad un poco mas oriental que Pto La Cruz. Llegamos de noche, y dormimos ahí mismito, y temprano a la mañana salimos caminando para tomar un colectivo a Mochima.

"La plaza esta a 12 cuadras", nos dijo uno. Entonces, caminamos sin dudarlo. Los equipos de Douri son pesados porque tienen pinturas para los carteles fileteados de que hace él. Cuando hubimos caminado esa distancia, y bastante mas también, decidimos preguntar de nuevo. "son cuatro cuadras". Caminamos y, cuatro cuadras después, preguntamos de nuevo: "son cuatro cuadras". Bueno, a ver... seguimos. Cuando cumplimos, preguntamos de nuevo: "cuatro cuadras mas o menos". Por suerte, esas últimas 4 cuadras eran las definitivas y en una plaza nos tomamos el cole.

Mochima es un pueblito costero, en una parte que es como un archipiélago, con algunas islas y pení­nsulas. Ahí­ nos tomamos una lanchita hasta Playa Blanca. Ese lugar si que es un paraí­so. Llegamos un lunes, habí­a poca gente, que se fue al atardecer. La playa era nuestra, habí­a mucho sol, arena blanca, sillas y mesas de restaurantes vacios, reposeras y sombra. Algunos árboles. Acampamos pensando que, tal vez, a la mañana siguiente llegue la gente de los negocios, hicimos un fuego, armamos las carpas, estuvimos boludeando en el agua y caminando, pero no fue asi. A la mañana siguiente, la misma soledad, fantástica, por cierto. "lo mas seguro es que lleguen el fin de semana", pensamos, asique, el tercer dia, cuando empezó a llover, y además de nosotros había llegado un grupo vasco, decidimos hacer la prueba, y cuando prendimos los mecheros y la llama podí­a cocinar un bufalo en 15 minutos, la alegrí­a nos excitó y cocinamos lo mas preciado: Papafritas y tortafritas. Obviamente seguimos usándolo hasta el jueves, que después de usarlo por ultima vez, limpiamos todo y ordenamos como si ahí­ nadie hubiese tocado nada. A la playa esta, a pesar de que no era una isla, no se podí­a acceder por tierra. Bueno, en realidad, no habí­a camino. Tampoco habí­a agua ni un sistema de recolección de basura. Asique habí­a que hacer viajes en lancha, mangueandole a los que iban y vení­an, o a pescadores, que nos arrimen a mochima a comprar los ví­veres y a buscar agua. Cuando nos fuimos, nos llevamos una bolsa grande con nuestros residuos, y algunos mas, porque, obviamente, habí­a para llenar varios camiones.

En esos dí­as pasamos el cumpleaños de Noe, y lo festejamos a lo grande, con un montón de cervezas encontradas, no tan fresquitas, pero cervezas al fin, que alguien se habí­a olvidado. Hicimos una comida, y de torta, un pedazo de chocolate.

La lanchita hacia Playa Blanca, en Mochima.

Tocando la guitarra en el muelle.

En la lancha: Douri, Nacho, un pasajero, el timonel, unas señoras, y Didi.
Noe y Cappe se ahogaron
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Fotos del campamento de Playa Blanca
.El cumple de Noe
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La costa.

Cappe, Noe, el douri y Nacho jugando al chinchón.

De ahí también nos fuimos, proyectamos ir a conocer la pení­nsula de paria, asique, volvimos a Cumana, de ahí a Carúpano en un SITSSA (sistema integral de transporte superficial S.A.) que son los colectivos baratos de Chávez, a mitad de precio que el resto de las empresas. Eso si, hay que ir y esperar, los boletos se venden únicamente en el dia.

Desde Carupano nos fuimos a dedo hasta Rio Caribe, y de ahí­, mientras esperábamos que alguien nos lleve en dirección a las playas Medina y PuyPuy, paro una camioneta de una de las socias de la fabrica de chocolates Paria. Nos dimos un festin de chocolate, hicimos un paseo por la hacienda, y luego volvimos a la ruta. Despues de pasar una noche en un cruce, en la casa de una señora llamada Luisa, que nos dejo armar la carpa en el patio, llegamos al otro dia, por la tarde, a Pui Pui. Nacho se fue antes que los chicos, porque dos chicas que iban en una vitara tení­an espacio para uno y algunas mochilas. La conductora, Greta, resultó ser la directora de un colectivo que funciona en una hacienda, donde cultivan cacao, se hace yoga, y se brinda un servicio de masajes con cacaoterapia. Nacho le comento acerca de su profesión y la de Cappe, y quedo una posibilidad de trabajar con ellos, diseñando algunos aparatos. Pero no por el momento. La chica que la acompañaba era Barbara, una suiza que estaba de visita, y sin insistirle mucho, acepto quedarse una noche con nosotros. Acampamos en PuyPuy como 4 dias. Ahí­ las ventas no eran buenas, o mejor dicho, no eran. Entonces, boludeabamos. Hicimos pan, tortafritas, pescado, y hasta torta dos veces. Renovamos el stock de collares y pulseras, tocábamos y cantábamos con los muchachitos del pueblo, que eran muchos, y como nosotros estábamos en un lugar que ellos usaban para jugar, correteaban entre las carpas, nos avivaban el fuego, aprendían artesanías, y nos contábamos cosas.

Caminando por Rio Caribe
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Noe y el perro de Luisa.

Nacho buscando un duende en la hacienda de la fabrica de chocolate
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Cappe y Nacho en PuyPuy, con un coco que reventó y salpicó un poco de agua.

El cacao curtido, secándose al sol, de los productores de PuyPuy
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La costa.

Un muchachito que se le animó al mate.

Nacho, a punto de embadurnar la torta con leche condensada.

De ahí­ también nos tuvimos que ir, esta vez, pensábamos ir en dirección sur. Otra vez todos a la ruta. Cinco personas con mochila haciendo dedo. Con paciencia, y después de preguntar muchas veces por una ruta muy poco transitada, pero que parecí­a mucho mas corta que otra, llegamos al otro dia a La Cueva del guácharo. El guácharo es un pájaro nocturno que come frutas de los arboles cercanos y que vive en cuevas, en la oscuridad. Tiene una visión muy débil y un sistema de radar sonoro como los murciélagos. Son muchos y habitan en Venezuela, Brasil y Colombia. La visita guiada nos saco de los mitos: No vuelan tanto como para llegar a Brasil, los de alla son otros; no son ciegos; y la cueva esa, tampoco comunica con Brasil. De hecho, cuando se camina dentro de la cueva, se lo hace en dirección Sur/Norte, asique, seria imposible llegar a Brasil.

Hicimos el recorrido Cappe, Douri y Nacho. Las chicas, no se animaron por la presencia de ratas y lo cerrado y oscuro de la cueva.

No se podí­a hacer fuego en el camping que nos alquilaban, entonces, cocinábamos con el calentador. Una noche habí­amos cocinado unos fideos y esperábamos a Noe y Douri que habí­an ido al pueblo mas cercano, Caripe (no Carepi), a buscar algunas cosas y conectarse a internet. Volvieron con una bolsa llena de cosas que les habían regalado: Cebolla, Morrones y varias fetas de carne como para churrasco. La comida estaba decidida: bifes a la criolla. Y como hacia unas horas nos habíamos enterado la decisión de Cappe y Didi de volverse, nos servia para organizar una despedida como corresponde. Entonces, nos metimos en un lugarcito escondido, donde alguien ya habí­a hecho fuego, y cocinamos. Salió fantástico, y comimos mucho. Didi, Cappe y Nacho volvieron al campamento temprano, y se asustaron cuando el guardaparque se nos acercaba llamándonos, que tenia que hablar con nosotros. Cappe y Nacho se acercaron, preparados para la cagada a pedo por prender fuego, pero no fue asi. Lejos de eso, el tipo nos querí­a dar una bolsa con 5 paquetes de galletitas y 5 latitas de malta (una bebida gaseosa negra hecha de cebada malteada, sin alcohol, muy dulce) que nos había dejado el camionero, Pedro, que nos había llevado hasta ahí­ el dia anterior.

Nacho volvió donde estaban Noe y Douri, para darles la noticia, pero no sin antes hacerles creer que el tipo nos había visto, porque nos habí­an denunciado por hacer fuego y que nos iban a multar. Despues del susto, les dijo la verdad, tomamos las maltas y nos fuimos a dormir.

Al dia siguiente estaba decidido que el grupo se disolví­a. Cappe y Didi, emprenderí­an el regreso a casa via Brasil/Bolivia y Noe, Douri y Nacho, seguí­an hasta Cariaco.

Llegamos para los carnavales, alquilamos una habitación en un hotel y decidimos que nos quedábamos un par de dí­as para aprovechar el tumulto de gente y seguir viaje. Las ventas fueron justas, y recién cerca de las 6 de la tarde tení­amos el dinero necesario para pagar la próxima noche, en algo mas parecido a un telho que a un hotel, pero comodo y confortable.

Despues de esa noche, Nacho salió temprano via Rio Caribe (hacia el oriente), para encontrarse por fin con Greta, la muchacha de la hacienda de Cacao, llamada Pariashakti, y Noe y Douri salieron hacia Cumana (hacia occidente).

La entrada, o mejor dicho, la salida de la cueva del guácharo

Una foto para la despedida de Cappe y Didi.
Partimos de Lima Cappe, Nacho y nuestro amigo limeno Joao en direccion Huaraz. Huaraz es una localidad ubicada en la cordillera Blanca, donde esta el Nevado Huascarán (6768 m.s.n.m.) y otros cerros. La primera salida fue a la laguna Churup, a 4450 m.s.n.m. Esta salida fue dura y demoramos el doble de lo habitual de la gente (por lo general se hace en 3.5 hs y lo hicimos en 9) por ciertos inconvenientes respiratorios de Joao. Aun sabiendo la situación y la posibilidad de que llueva, decidimos ir. Al final llegamos a la laguna, Rocas y agua, glaciares alrededor y algunos chicos de pueblos cercanos bañándose a pesar del agua helada. El chaparrón no se hizo esperar y bajamos acompañados de un fuerte granizo y lluvia, pero siempre manteniendo la calma y esperándonos entre nosotros. No fue facil, pero los tres coincidimos en que la pasamos genial. Una vez abajo de nuevo, conseguimos tomar con muchísima suerte el ultimo taxi que salia hacia Huaraz. Llegamos fundidos por el sueño, y, sin cenar, nos acostamos.

Al día siguiente visitamos la localidad de Yungay, una ciudad que quedo tapada por los derrumbes generados por el terremoto de 1970, es preciosa y base del Parque Nacional Huascaran, y desde donde se ve, habitualmente, el nevado homónimo. Justamente ese día estaba nublado y no pudimos verlo.
Nos despedimos de Joao y salimos con rumbo este para atravesar la cordillera en varios tramos (algunos a dedo y otros en colectivo) y llegar a la ciudad de Pucallpa, a orillas del rio Ucayali donde tomariamos una lancha que nos llevara a una ciudad aislada de carreteras en la confluencia con el Amazonas: Iquitos.

Mientras esperamos en el puerto de Pucallpa, observamos la actividad portuaria desde el segundo piso de la lancha.
Este puerto es de carga y descarga de mercaderia, que va... o que viene. Los destinos son Iquitos, Manaos o Belen. Tres grúas y cientos de personas hacen el trabajo pesado. Todos son de la zona, con ojotas o zapatillas de lona, pantalones cortos, camisa desabrochada, musculosa o en cuero, una gorra o un trapo en la cabeza y con un calor increíble. Cargan y descargan del barco cualquier cosa: Papa, snacks, maquinaria, bananas, tambores, mangueras, muebles, maderas, vehículos pequeños, medianos y grandes, cajas vacías para los pescados que traerá el barco, materiales de construcción, tubos para petróleo, cervezas, gaseosas, etc.
Todos corren, evidentemente les pagan por bulto. Todos se respetan y nadie se interpone en el camino del que va cargado. Hay puestitos de comida y refrescos, y uno de ellos pone musica para todos los demás.
Cabe destacar que el puerto no tiene muelle, sino el barranco de tierra y barro, y suben al barco caminando sobre maderas de 50 cm de ancho. Hay entre 10 y 15 barcos atracados y es igual en cada uno de ellos.

Zarpamos 3 noches despues de subir a la lancha llama "Tuki" debido una comunicacion defectuosa entre nosotros que no teníamos apuro (y ante la duda preferíamos estar ahí y no pagar hostel) y el capitán que se queria asegurar los pasajes. Nos dijo: "Salimos despues de las 6 de la tarde". Efectivamente, salimos despues de las 6 de la tarde, pero 3 dias después. En esos dias conocimos a Nuria, una catalana que tenia mas apuro que nosotros y se incomodaba cuando le recordábamos que ya llevábamos dos noches ahí. El viaje fue fantástico, paisaje de selva, amazonas, pajaros de todos los colores, delfines, y amaneceres, puestas de sol y estrellas inigualables.

El costo del pasaje incluye la comida de a bordo, y claro que no era un 5 estrellas: Todos dormían en hamacas (tipo paraguayas) y colgaban sus pertenencias en ganchos o en el suelo. Nosotros, que no quisimos comprar la hamaca y no disponemos de nada parecido, como todo el resto del viaje dormíamos en el suelo, con aislante y bolsa de dormir, y las mochilas amontonadas como siempre. Por alguna causa curiosa, el piso superior del Tuki no llevaba casi gente. Aparentemente los pasajeros (nosotros, con Nuria, éramos los únicos turistas) prefieren el amontonamiento y una ubicación privilegiada cerca de la cocina. Todos conversan, comen, tiran toda la basura por la borda a pesar de los cestos que hay en el barco, juegan cartas y duermen. Nosotros nos la pasábamos tocando la guitarra en la popa, charlando y mirando el paisaje.
La señora de la cocina llamaba con tres golpes contra algún fierro a ir a buscar la comida. Por la mañana, una avena aguada o un arroz con (poca) leche y unos pedazos de pan (siempre duro); a mediodía arroz guisado con gallina (que llevan vivas y las matan en el barco) con porotos y plátano, y por la tarde/noche sopa. Por suerte la catalana no comía mucho y nos regalaba el resto de sus porciones. Cappe iba por lo general a buscar las raciones, La señora le daba agua caliente por las mañanas para el mate, y en realidad, resultaba no ser una señora, sino mas bien un muchacho. Sin embargo, era claro el interés que demostraba hacia Cappe y, por supuesto, éste le retribuia con algún gesto tal como un guiño de ojo, o una sonrisa para ligar una presa mas de gallina o un plátano verde mas en la sopa.
Entre la tripulación de la lancha había un nenito de mas o menos diez años, medio raro, curioso, y profundamente observador. Tanto que se detenía a mirarnos de tan cerca que nos llegaba a incomodar. En un momento, que Nacho estaba dando vueltas por la lancha, el chiquitín se para al lado de la guitarra y le dice: "dale gringo, vamos al fondo". Mas tarde, se para delante de la guitarra un rato escuchando la canción, pone las dos manos como para detener algo, y dice: "espérame, tengo que orinar". Se fue, y cuando volvió, seguimos cantando.

atardecer en el rio Ucayali.

Nacho, Nuria y Cappe.


Una situacion normal en el barco.


El chiquilin curioso.


Atardeceres.

Durante la espera no habia mucho mas que hacer que ayudar y tocar.

Tres dias despues llegamos. Una vez en Iquitos, nos ubicamos en un hostel, dejamos los equipos y nos fuimos a visitar el parque Quistococha, con zoológico y una laguna para bañarse.
Nos despedimos de Nuria y volvimos al nuestro albergue, un lugar que realmente parecía una granja de rehabilitación. Habia de todo, un ruso que tomaba durante el dia, alternado ron y mate cocido. Dos belgas, tres francesas, un chileno, un frances loco practicante de valetodo que se queria pelear
con todos, una alemana que tenia un gato, un paisano de Trenque Lauquen y su novia galesa que hablaba español como argentina (mezclado con su ingles natal) y nosotros dos.
La galesa decia: "Fui a Gaiman y me hablaban en galés... yo no entendia nada. En Gales no se habla galés, en el unico lugar donde se habla es en la Patagonia".
Fue raro vivir 3 dias alli, pero muy divertido, aunque las veces que saliamos ya nos molestaban demasiado los parasitos del pueblo que se prenden de los gringos para tomar cerveza de arriba y que a nosotros tambien nos afectaba, porque hasta nos pedian plata.

De ahi nos embarcamos por el río Marañon hasta Yurimaguas. Otros 3 días de viaje y estuvimos en tierra firme. Casi sin paradas nos movimos a dedo hasta Máncora, una playa del norte de Perú donde ya habiamos estado cuando renovamos nuestro sello del pasaporte. Ahi nos quedamos 3 dias, estaba minado de argentinos, todos artesanos o payasos, pero no era temporada alta, asique disfrutamos de la playa unos dias y nos fuimos.

Hicimos dedo nuevamente hasta Tumbes, una ciudad cercana a la frontera y terminamos el trayecto hasta una ciudad mitad peruana mitad ecuatoriana: Aguas verdes y Huaquillas.

Una vez en Ecuador decidimos que el trayecto iba a ser rápido. Ecuador esta dolarizado y es bastante mas caro que Perú. Para quienes no sepan, Antiguamente el territorio conformado por Ecuador, Colombia y Venezuela era un mismo Virreynato llamado "gran Colombia". Unas expediciones francesas del siglo XVII investigaron la zona en busqueda de la linea del ecuador ("igualatoria") y dado que la encontraron en la parte norte de Quito, decidieron llamar a esta zona "las tierras del ecuador". Tiempo después, al independizarse esta zona, le quedo el nombre.

Siguiendo a dedo llegamos hasta Playa Montañita. Realmente un paraiso, a pesar de un par de dias nublados, es un lugar muy hermoso. Nuevamente lleno de hippies, gran cantidad de ellos argentinos. Seguimos a dedo rumbo norte pasando por la llamada "ruta del sol", con la idea de llegar a Quito a estar con nuestros amigos que habiamos conocido llegando a Lima; Liz y Sergio.

Habiamos intercambiado un par de e-mails antes de llegar, pero aún no teniamos ni una dirección ni un teléfono, y llegamos a Quito una mañana de sábado, con todo el equipaje y sin saber a donde ir. Cappe queda en la plaza mayor y Nacho sale a comprar algo para comer. En ese momento, se lanza una obra de teatro muy buena (que nos sorprendió) que de tipo performance en la misma plaza y fuimos espectadores. Al finalizar nos hicimos amigos de unas chicas y nos ofrecieron un lugar donde pasar la noche. Tres dias con ellas fueron suficientes.
Finalmente pudimos comunicarnos con Liz y Sergio y nos encontramos una tarde.
Comimos en casa de el unos cangrejos que estaban excelentes, con arroz y papas fritas y tomamos aguardiente a morir.
Quito definitivamente es una de las ciudades mas lindas que conocimos. No parece una capital por lo bajo de las construcciones, la baja densidad de las casas en el cerro que deja apreciar el verde del campo y la tranquilidad de la gente y del tránsito. Creemos que vale la pena conocerla.
Al salir del Ecuador partimos arrastrando a Ana Teresa, que ya habia planfiicado viajar para esa misma fecha. Nuevamente a dedo partimos hacia la frontera. El paso por Ecuador fue fugaz, pero muy intenso.
Luego de varias horas por deficiencias en el sistema electronico de sellado del pasaporte, estabamos en Colombia, pero como ya era de noche, decidimos pedir permiso a la guardia policial de la frontera y acampar detras de las oficinas, en un estacionamiento. Como era temprano para dormir y no teniamos ganas de cocinar, nos pusimos a charlar y a tocar la guitarra. Inmediatamente se acercan dos oficiales y uno se dirige a nosotros.

oficial - "Bueno, la verdad es que no les preguntamos quienes son ni de donde vienen"
Nacho - "Ah, claro. Nosotros somos argentinos y ella es ecuatoriana"

oficial - "Mmm... y ustedes... Toman?
Cappe - "Si, a veces tomamos, pero no se preocupe que ahora no tenemos nada para tomar"

oficial - "Pero... si hace frío, para abrigarse... Toman?
Cappe - Si, claro, pero tenemos buenas bolsas de dormir y no vamos a tener pro
blemas con el frio"
oficial - "bien" - y abriéndose ambos la campera sacan un tetrabrick de vino y una botella
de aguardiente y nos las dan - "hace mucho frío aca, no queremos que la pasen mal"


Nosotros no lo podiamos creer, agradecimos y se fueron. Seguimos tocando la guitarra.
Mas tarde, se acercan 5 oficiales, escuchan hasta que termina la canción, saluda
n y se acerca uno con una bolsa de supermercado, una cocacola de 2 litros y dos cartones mas de vino. "tomen, disfrutenlo". Cuando abrimos la bolsa no lo podiamos creer, un sueno hecho realidad: Un pollo al spiedo con papas fritas. Asi nos recibió Colombia, y, realmente, es un lugar donde dan ganas de quedarse.
Teniamos establecidos unos contactos de Couchsurfing en varios lugares de Colombia, con lo cual, el siguiente paso fue llegar a la casa de Luzdary en Popayan. La llaman la ciudad blanca, per
o no por una posible producción de estupefacientes, sino porque en el centro todas las casas y edificios son blancos. Bastante colonial y atractiva, es una ciudad pequeña.
Estuvimos 3 noches con nuestra couchsurfer, salimos con sus amigos, paseamos, etc. Despedimos a Ana Teresa que debía partir a encontrarse con unos amigos y seguimos, nosotros dos, a dedo, a Jamundí, una ciudad muy pequeña donde no esperaba Oscar, muy cerquita de Cali. Llegamos para el fin de semana, asique salimos de noche, comimos arepas (un pan de harina de maiz, blanco, del tamaño de una torta frita y que puede estar frito, asado o a la plancha), tomamos, nos negaron la entrada a varios locales bailables por nuestra vestimenta (básicamente los pantalones cortos) salvo en una especie de cabaret de mala muerte del cual nos fuimos casi de inmediato (casi, porque nos parecia una falta de respeto irnos en mitad del número artístico en escena).
El domingo nos fuimos a un río a comer un asado, pasamos la tarde y el lu
nes por la mañana partimos rumbo a Cali.
Nuevamente nos esperaba alguien, caimos en la casa de Camilo y Mileidi y nos colgamos 3 días mas. Ahí nos encontramos con Noe y Martín (desde ahora "El Douri"), la parejita que habiamos conocido en Arequipa y se quedaron con nosotros hasta que nos fuimos todos.



Viajando con elegancia.


Nacho, Ana Teresa y Cappe en la caja de una camioneta.


Nacho tocando la guitarra al costado de la ruta, como tantas veces.


Un atardecer en Colombia.

Cappe en la caja de un camion.

En Cali no hicimos mucho por la ciudad. Realmente es el lugar donde hablan mas parecido a Argentina, no usan el "tu" sino el "vos", le dicen "puchos" a los cigarrillos, y otras coincidencias que nos hacian pensar que estabamos en casa. Ya se nos acortaba el tiempo, queríamos estar en Medellin para el 24 de diciembre y era 23, asique los chicos partieron hacia Buga y nosotros, por única vez en Colombia, intentamos un dedo sin exito rumbo a Medellín. Visto que no habia mas tiempo, tomamos un colectivo de noche para estar el 24 bien temprano cerca de Medellín, mas precisamente en Rionegro (todo junto) donde la familia de Yuly y Franco (amigos de Cappe de La Plata) tenían planificado pasar la noche de Navidad.

La costumbre en Colombia para estas fiestas es un poco distinta a la nuestra... la cena es casi normal, no tanto en el plato sino en la cantidad. Es decir, un plato especial, pero prudente. Se cena temprano, como todos los dias, tipo 7 u 8 de la tarde y se espera, sin la necesidad de que se cumplan las 12 de la noche, para abrir los regalos. Cappe y Nacho recibieron lo que cualquier familia de cualquier parte del mundo nos hubiera regalado: Un desodorante para cada uno.
Una vez que se abrieron los regalos y se brindó, empieza, ahora si, lo candente. A pleno ron y aguardiente, salsa y merengue, se baila toda la noche. A nadie se le permite sentarse, todos bailan con todos, todos toman, y toman mucho.
Al dia siguiente, con la resaca, todas las familias salen a la vereda a preparar el sancocho, un almuerzo tipico que es algo asi como un puchero pero con mucho cilantro y acompañado con arepas (como casi todas las veces en Colombia y Venezuela).
La noche de ano nuevo fue similar, con la diferencia que Cappe y Nacho prepararon el asado para la cena. 4 horas de cocción, pollo, cerdo, vaca y choclos en la parrilla.

Muñecos iluminados en Medellín.

Haciendo el asadito de fin de año.

Nacho y Cappe comiendo unas comidas locas en Rionegro.

La natilla, comida tipica de las fiestas navideñas. Hecha de harina de maiz.

Nacho, Yuly y Eliana. (Click para agrandar)

Franco

El 2 de enero decidimos que lo mejor era irse a encontrar con Diana (de a partir de ahora "Didi"), una amiga que habíamos conocido también en Arequipa y que ahora estaba en Caracas, y Nacho quedarse en Medellin, estableciendo algunos posibles contactos laborales.

Cappe salio a dedo temprano y llego a la frontera esa misma noche. En el camino, claro, se encontro nuevamente con Noe y Martin que tambien iban al encuentro con Diana. Llegaron a la frontera y recorrieron el occidente de Venezuela hasta llegar a Isla Margarita.

Una semana después, y habiendo estado en casa de Alvaro (un couchsurfer que había estado en La Plata con Cappe) Nacho decidió que no esperaría mucho, dado que la mayoria de lo referido a industria estaba de vacaciones, y, para trabajar en cualquier cosa, era mejor partir también a Isla Margarita. También a dedo, esa noche ya estaba en la frontera. El ultimo tramo fue muy particular, y para ser sintético, el dueño del auto no era el dueño sino el chofer que lo entregaria a unos vendedores en Cumaná. Pero era solo el chofer, y no era el autor material del robo, cosa que tranquilizaba. De todas maneras, es curioso porque era un hombre súper amable, que ofreció comida, gaseosa, y conversación como con cualquier otra persona.

Fueron dos noches en casa de Fernando, un couchsurfer en Cumaná, antes de salir temprano y cruzar a Venezuela. Del otro lado, San antonio de Táchira, era un mundo aparte. Colas interminables en las estaciones de servicio para cargar combustible y llevarlo a Colombia, viento y aridez. Todo cambió del otro lado de la frontera. Unas señoras hicieron el favor de llevar a Nacho un buen tramo, y no solo eso, sino tambien alojamiento y comida en la casa de la heramana a la que iban a visitar. Esa noche se sirvió el mejor asado desde que salimos de Argentina. A la mañana siguiente, llega una visita y se da una conversación particular con la hija de los dueños de casa:

Visita: "buenos dias..."
Hija: "hola, buenos dias, él es el novio de mi tía".
Visita: "Mucho gusto, soy Nora".
Nacho: "Buenos días... pero... yo no soy novio de nadie".
Hija: "Ah, no?.. así te presentaron anoche, cuando llegaron".
Nacho: "Bueno, supongo que si así me presentaron, asi será".

Vuelta a la ruta, y, luego de un par de camionetas y colectivos, estaba listo para cruzar a isla margarita. El ferry llegó temprano y cerca del mediodia, en una habitación alquilada en la casa de los locos Adams, estaban
tomando mate Nacho, Cappe, Didi, Noe y el Douri.